sábado, 11 de octubre de 2014

Gaby entre las multitudes


Gaby disfrutó de su merecido reconocimiento. 

La inauguración de la escultura de Gabriela Sabatini en el Paseo de la Gloria de la Costanera Sur de la Ciudad de Buenos Aires estaba pautada para el miércoles 8 de Octubre a las 16:30 horas. Llegué un rato antes, después de cruzar a pie la Casa Rosada, el Puente de la Mujer de Puerto Madero y un tramo del camino ribereño.

Ya en el lugar, a escasos metros de la Reserva Ecológica y de las siluetas de Emanuel Ginóbili y Guillermo Vilas que también conforman el recorrido, la gente que transitaba la zona en la tarde nublosa curioseaba intrigada tras las cercas una figura cubierta con un telón negro, debajo de la cual podía leerse el nombre de Gabriela. ¿Vendrá Gaby? ¿Nos quedamos?, repetían los transeúntes mientras, por si acaso, se acomodaban alrededor del vallado, se sentaban en los bancos de piedra que circundaban la exhibición y preparaban sus teléfonos para tomar fotos del acontecimiento.

"Crónica de un amor anunciado", podría rotularse lo que ocurrió aquel miércoles. Una confirmación del afecto limpio y sincero que tantos argentinos sienten -sentimos- por Gabriela, estén relacionados con el tenis o no. Porque Gabriela Sabatini es "Gaby", es esa sencillez extrema que contrasta con un talento y carrera excepcionales, suntuosos, esa belleza inédita que aún sigue fascinando al mundo.

Efectivamente, un tiempo después, la agasajada se hizo presente envuelta en aplausos y cálidas exclamaciones. Con ella también llegaron su familia, Mercedes Paz, amiga, ex-colega y compañera de casi toda la vida, y más gente que, al descubrir la presencia de Gabriela, no dudaron en quedarse a ver el acto. Anteriormente, ya se encontraban en el recinto Daniel "Palito" Fidalgo, primer profesor de Sabatini, Ricardo Rivera, Gustavo Luza, el Jefe de Gobierno Mauricio Macri, y Carlos Benavidez, artista creador de la escultura.




"Es una alegría inmensa y un honor tener esta estatua que quedará grabada en las calles de mi Buenos Aires querido. Lo voy a guardar siempre en mi corazón", comentó Sabatini, quien agregó que tuvo que contener las lágrimas mientras quitaba la tela de su bella y fiel representación de resina.

Pasaban los minutos, el público crecía y la protagonista no dejaba de cautivar a los presentes con esa sonrisa espléndida y verdadera a la vez que practicaba un "mini tenis" con Mecha, hablaba con la prensa y se divertía junto a sus allegados. Todos los que constábamos allí, estábamos disfrutando de un momento especial, agradable, pero, por sobre todas las cosas, indudablemente justo. Pocos deportistas del planeta merecen distinciones como Gabriela Sabatini, tenista prodigiosa y, además, ejemplo de persona humilde, simple y generosa

Concluía el evento y Gabriela seguía tomándose fotos, firmando autógrafos y abrazándose con todo aquel que se lo solicitaba. Niños, periodistas, barrenderos municipales, políticos o cualquier peatón transitorio querían su recuerdo con la mejor tenista argentina de todos los tiempos, ídolo popular.

Tener la posibilidad de contemplar la presencia de Gaby Sabatini no es algo de todos los días, pensaba mientas regresaba en el colectivo, contento además por haber podido atestiguar un hecho tan importante para la figura máxima de mi deporte favorito. También me alegraba que, desde ahora, la multitud de gente que recorre los fines de semana la Costanera, o aquellos que, como el pasado miércoles, transcurren fortuitamente por allí, tendrán presente la figura de Gabriela, evocación perenne de una campeona dentro y fuera de las canchas de tenis.


Gaby, su familia y Mecha Paz en una jornada especial para Gabriela.






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