Notable artículo realizado por Diego García-Cernuda, lector del blog, seguidor hace décadas del tenis femenino argentino, ¡Muchas gracias, Diego!
Bettina Fulco saluda a Hana Mandlikova, nº 8 del mundo, tras
superarla en la segunda ronda de Roland Garros.
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En 1988 el tenis femenino argentino brillaba intensamente en el escenario internacional. Gaby Sabatini deslumbraba a todos con su mágica muñeca conquistando torneos y ganándole, incluso, a la mismísima Graf en un par de ocasiones. Pero Gaby no andaba sola sino que varias colegas suyas la secundaban con muy buenos resultados, entre ellas Patricia Tarabini, Adriana Villagrán, Mariana Pérez Roldán, Mercedes Paz, y, quien nos convoca en esta nota, la marplatense Bettina Fulco.
Aquel fue uno de los mejores años de Bettina, llegando a ubicarse entre las primeras 25 jugadoras del mundo. Una de las grandes actuaciones que le permitió subir hasta dicho ranking fue la gran labor realizada en el French Open.
París, con su encanto y bohemia, esperaba a las grandes figuras del tenis mundial: Graf, Navratilova, Evert, Sabatini, Mandlikova, Sukova, Kohde Kilsh, y compañía. Las primeras cuatro citadas formaban un póker de ases en la cual la prensa mundial especulaba que de allí saldría la nueva reina de aquel año.
Los medios argentinos estaba pendiente de lo que pudiese desplegar Gaby Sabatini, pero sus primeros encuentros no alimentaban buenos augurios, muy irregular en su juego, Gaby fue sorteando sus obstáculos más por sus grandes condiciones que por un tenis brillante, y fue desde la primera rueda que otra colega suya empezó a sorprender a propios y extraños. Bettina Fulco, despacio y sin tanta prensa comenzó a construir una de sus grandes hazañas que hoy, a 24 años de aquel hito, debe seguir recordando con mucho orgullo.
Su “misión” en París se inicio con una victoria frente a la soviética Leila Meshki por 6-0 y 6-2. Contundente y muy sólida desde el fondo, tal cual su costumbre, la marplatense lograba ubicarse en la segunda ronda de uno de sus torneos favoritos. Allí el sorteo indicaba que sus aspiraciones debían llegar a su final. La checoslovaca, nacionalizada australiana por aquel entonces, Hana Mandlikova la aguardaba para jugar su partido. Mandlikova, octava favorita, no venía de una buena temporada, varias lesiones la habían marginado de algunos torneos y su máxima actuación fue haber llegado hasta los cuartos de final en el open australiano cayendo frente a Steffi Graf. El partido había que jugarlo, y Bettina respaldada por una buena temporada salió a jugar “su” partido.
El match, en su arranque, tuvo como dominadora a Mandlikova, ex campeona del Abierto Francés en 1981, quien rápidamente tomó una ventaja de 4-2 y servía 40-15 para distanciarse en el set, pero desde entonces el dominio pasó a manos de la argentina, con sus efectivos golpes de fondo de cancha. Luego Hana diría: “No definí ese punto y allí cambió el partido”. Así fue, desde allí hasta el final del encuentro Fulco daría una lección magistral de cómo jugar en canchas lentas: paciente, regular, decidida y pasando la cantidad de pelotas que sean necesarias para obtener los puntos.
Fue victoria por 6-4 y 6-3. Al final del encuentro Bettina diría: “No le tengo miedo a las primeras del mundo. Sé que ante ellas tengo poco que perder. Igualmente, Hana erró pelotas demasiado infantiles. Así no juega una top-ten”.
A partir de allí, vendría, quizás, lo más difícil para Fulco. No solo por la exigencia de partidos, sino sobre todo por la actitud mental. Debería evitar relajarse ante el gran éxito conseguido y no darse por conforme con lo realizado hasta el momento. Además su siguiente rival para la tercera rueda no era precisamente alguien a quien subestimar. Su nombre quizás no sugiera demasiado: Radka Zrubakova, pero esa joven Checa conocía muy bien a Bettina de sus tiempos de juveniles, habían jugado varios partidos en esa categoría por lo que Fulco sabía de lo duro que a priori resultaría aquel match. La checa era una jugadora que pegaba de todos lados y muy fuerte, con un juego muy lineal y difícil de contrarrestar.
Al comienzo del partido, Bettina sintió que la pasaban por arriba, se veía superada por la velocidad de su conocida rival, sin embargo, cuando Fulco empezó a devolver alguna pelota inesperada, cuando jugó largo y funcionó su contraataque, a la checa se le “pelaron los cables”. Ante tanta firmeza y seguridad, Zrubakova no tuvo nada que hacer porque su ley era la del pelotazo franco, y la de Bettina la de los cambios de ritmo, la del tenis menos agresivo, pero más inteligente. Así logró lo que los periodistas de entonces describieron como su mejor partido del torneo, ganando por 6-2 y 6-1 y accediendo, por primera vez en su carrera, a los octavos de final en un torneo de Grand Slam.
En la siguiente ronda la esperaba una promisoria jugadora que recién comenzaba a surgir en el circuito internacional, la española Conchita Martínez. Ésta venía de sorprender en las ruedas previas a la norteamericana Lori McNeil, novena cabeza de serie. Bettina contaba a su favor con la experiencia de unos años más en el circuito, aunque a esa altura del torneo cualquier cosa podía pasar. Según la prensa de entonces, Fulco jugó su partido más flojo del campeonato, quizás porque en ese cotejo se jugaba el pase a los cuartos de final con todo lo que ello implicaba. Así fue que Bettina se mostró discontinua y poco segura en su juego, lo cual no fue impedimento para vencer a la española por 6-2 y 6-4 y alcanzar por primera vez los cuartos de final en Roland Garros. A continuación se transcribe cómo recuerda Bettina aquel paso a cuartos de final y sus sensaciones en el partido con Martínez y luego con Graf, varios años después: “En 1988 alcancé la rueda de 16 en Roland Garros. Fue contra Conchita y fue cumplir un sueño. Ellos (los organizadores) nos pusieron en la cancha central, pero era tarde, alrededor de las 7 PM, y casi no había nadie en las tribunas y los pocos que había no estaban mirándonos a nosotras. Henry Leconte estaba jugando en la cancha de al lado y la gente que estaba en la parte superior de las tribunas podía ver esa cancha y seguían su partido. Ellos nos daban la espalda. Aplaudían y gritaban en el momento equivocado. Yo golpeaba un tiro ganador o Conchita y ellos no aplaudían. De repente estábamos en el medio de un punto y ellos aplaudían a Leconte. Gané ese partido, pero fue una horrible sensación. En la siguiente ronda, por los cuartos de final, jugué contra Steffi. Por supuesto perdí, pero al menos la gente que estaba en las tribunas estaba mirándonos a nosotras, y cuando aplaudían, sabíamos que era por nosotras”.
El día de su partido contra Graf fue un día desapacible, con la clásica llovizna parisina que obligó a suspender la jornada en varias ocasiones. Esto hizo más tediosa la espera y varios partidos fueron re programados para la jornada siguiente. Pero el match Graf vs Fulco fue uno de los pocos en completarse.
Bettina confiaba en que su constancia, su solidez y su rapidez le sirvieran para forzar errores y crear el descontrol de Steffi Graf. Era algo razonable, esa táctica le permitió perder un par de veces de manera decorosa frente a la alemana, pero Steffi estaba mucho más allá de esas pretensiones, venía en un nivel superlativo (aquel año completaría su famoso “Golden Slam”, es decir ganar en una misma temporada Australia, Roland Garros, Wimbledon, el Us Open y la medalla dorada en los JJ.OO de Seúl).
El partido duró 41 minutos y Bettina casi que ni tuvo tiempo de anoticiarse de que estaba jugando los cuartos de final de Roland Garros. Pese a todo su empeño y voluntad, recién pudo “robarle” un game a la alemana en el duodécimo juego para perder por 6-0 y 6-1. Una contundente derrota que, sin embargo, no empaña la gran actuación de la argentina. Al final del encuentro la marplatense confesaría: “Fue imposible hacer nada, Graf jugó muy bien, con una potencia increíble. Hizo muchos ace y semi-ace y sus derechas eran imparables. Tenía ilusión de llegar a la final de Roland garros, es mi sueño desde que empecé a jugar al tenis, pero sabía que iba a ser difícil ganarle a Graf. De todos modos fue una gran experiencia, llegué a cuartos de final y voy a mejorar mi clasificación”.
Así Fulco se despidió del abierto francés dejando una huella imborrable para las generaciones siguientes, huella que recuerda que con esfuerzo, garra, voluntad y superación se pueden alcanzar cosas que en principio parecen imposibles. Gracias Bettina.
- BIBLIOGRAFIA: Revista Tenis semanal, número 5; Diarios Clarín, La Nación, La Razón; Michael Mewshaw, “Ladies of the court” Editorial: Warner Books (Traducción realizada por parte del autor de la presente nota), Revista El Gráfico.
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